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domingo, 8 de febrero de 2015

El franquismo represalió a 7.000 republicanos sólo en Valladolid

Herminio Agudo tenía 30 años el 18 de julio de 1936. Participaba en la Casa del Pueblo de Laguna de Duero (Valladolidad). Días después del golpe de Estado militar las autoridades franquistas van a buscarlo a su casa. Él decide esconderse, sin suerte, en el Pinar de la Carretera de Segovia. Es ejecutado pocos días después. Deja viuda y dos hijos. Ambrosio Alejo ingresó en el depósito judicial el 31 de julio pero llevaba más de 24 horas muerto. El acta de defunción refleja una fractura de cráneo junto a una amputación del brazo derecho. Valentina Almaraz tenía 31 años y cinco hijos. Fue paseada el 8 de agosto por falangistas que buscaban a su marido. Al día siguiente también lo mataron. Ángel de la Fuente desapareció en los primeros días del golpe de Estado. Nunca más se ha vuelto a tener noticias de él.

Estos son sólo cuatro nombres. Cuatro vidas con las que el fascismo acabó de raíz en la provincia de Valladolid. Pero hay muchos más. Miles más. Concretamente, 7.000 represaliados más. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid ha publicado Todos los nombres, una obra que documenta el alcance humano de la represión en la provincia vallisoletana incluyendo los nombres de los más de 2.000 asesinados en la provincia y de los cerca de 3.000 encarcelados durante la Guerra Civil y los primeros años de dictadura.

Pero que nadie se lleve a engaño. En Valladolid apenas sí hubo Guerra Civil. La provincia apenas ofreció resistencia a los sublevados. En una semana y con un bajo número de víctimas toda la provincia quedó bajo control militar. A través de las actas municipales, los autores de la obra han podido comprobar como en 220 de los 230 municipios de la provincia el traspaso de poder de las corporaciones democráticas a las gestoras impuestas por las autoridades militares se condujo guardando “estrictas formas de normalidad, dentro de las circunstancias”.

“El traspaso consistía en la llegada a la población de un destacamento de la Guardia Civil que acordaba con las personalidades afines a los sediciosos una corporación”, refleja la obra. La no oposición de resistencia por parte de los republicanos, sin embargo, no significó una ausencia de represión.

Cronología de una masacre

Entre el 19 de julio y el 4 de agosto se produce una frenética espiral de detenciones y fusilamientos. Sólo entre el 19 y el 24 de julio, aparecen 65 registros de defunción o desaparición. Entre el 25 de julio y el 4 de agosto la cifra de asesinados asciende a alrededor de 150. Pero será a partir de la noche del día 5 al 6 de agosto cuando las cifras de muerte se muestran contundentes. En estos dos días está documentada la muerte o desaparición de 114 personas. Entre el día 6 de agosto y el día 15 la cifra se eleva a 200 personas. En el periodo desde el 15 de agosto al 30, son 233 las personas asesinadas.

En definitiva, sólo en el mes de agosto casi 550 personas fueron asesinadas o desaparecieron para no volver a aparecer jamás. En septiembre la cifra de asesinatos alcanza a unas 260 personas, y en octubre a unas 125. Casi mil vallisoletanos fueron asesinados en menos de tres meses, y otros dos mil fueron encarcelados. En los doce meses siguientes el reguero de muerte oscilara entre las 10 y las 50 personas por mes. Y durante el resto la guerra e inmediata posguerra no cesa el goteo de sangre aunque el número sí es inferior a las cifras anteriormente mencionadas.

Fosas y cunetas

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valladolid ha conseguido documentar el asesinato de 2334 ciudadanos que vivían en la provincia de Valladolid en julio de 1936. No obstante, el colectivo considera que la cifra de muertos por la represión pudo alcanzar una cifra cercana a las 3.000 personas. De ellas, 446 personas (cinco mujeres) fueron ejecutadas tras los juicios sumarios. Entre paseados y desaparecidos han constatado una cifra de 1601 persona, de ellas 124 mujeres.

A estos números hay que sumar otras 238 que murieron en las cárceles y otros 29 ciudadanos asesinados en la fuga del fuerte de San Cristóbal. Por último, la obra también constata 20 vallisoletanos más fallecieron en los campos de concentración alemanes.

De esta manera, el fascismo terminó con una generación entera de vallisoletanos cuyo único delito había sido mostrar algún tipo de afinidad con la II República. Vidas como la de Petra Morante, una mujer de 61 años que se suicidó tras pasar seis años en una cárcel franquista; o la de Mariano Ramos, alias clavitos, de 23 años de edad que se llenó los bolsillos de piedras y se tiró al río Pisuerga cuando le perseguía la Guerra Civil.

Fuente: Público

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