El incansable luchador antifranquista Gervasio Puerta García (Milagros, 1921), alias "el Rubio", falleció ayer jueves 15 de agosto a los 92 años de edad. Agotado tras una larga lucha contra el cáncer, su cuerpo dijo basta en la mañana del jueves. En su honor, tal y como él deseó, no habrá ninguna ceremonia, entierro o crematorio, y su cuerpo ya ha sido entregado a la Universidad Complutense de Madrid para su estudio por la ciencia.
"Toda su vida ha sido una oda a la lucha. Nunca ha dejado de luchar por lo que creía. Se enfrentó al franquismo y hasta sus últimos días batalló por una democracia más justa y real. Su muerte nos ha dejado huérfanos a todos los demás", señala Manuel Gambín, compañero y amigo de Gervasio, que actualmente ocupaba el cargo de presidente de honor de la Asociación de ex Presos y Represaliados Políticos Antifranquistas, donde también fue presidente durante más de 20 años.
La vida y la trayectoria de Gervasio están unidas de manera indisoluble a la lucha antifranquista y a la democracia. El poeta Marcos Ana, su amigo, dijo de Puerta que "su vida está jalonada por una riqueza vital en defensa de los valores de la libertad". Luis Pérez, actual presidente de la asociación de ex presos, lo califica de "hombre imprescindible", porque ha trabajado sin cesar "todos los días de su vida".
Contra Franco y contra Hitler
Con tan sólo 15 años y falseando su edad, Gervasio Puerta se alistó en el ejército republicano para luchar contra el ejército golpista en defensa de la República. Con apenas 17 años, ya era teniente. "Durante la Guerra Civil, Gervasio perdió a casi toda su familia, incluido su padre, y a sus mejores amigos", recuerda Luis Pérez.
Con el ejército republicano en retirada, Gervasio cruzó la frontera francesa y fue recluido en los campos de concentración de españoles en Francia de Argelés-sur-mer, Saint Ciprién y Barcarés. La experiencia de la derrota, sin embargo, no calmó sus ganas de luchar. Cuando estalló la II Guerra Mundial, Gervasio se unió al ejército francés para luchar contra las tropas alemanas de Adolf Hitler a la vez que continuó organizando un ejército de españoles que pudiera derrocar la dictadura de Francisco Franco desde los Pirineos.
En mayo de 1943, enrolado en las filas del PCE, Gervasio Puerta regresó de manera clandestina a España para reorganizar la resistencia desde dentro. Sin embargo, fue detenido por la Policía Político y Social de la dictadura y fue encarcelado entre 1946 a 1450, y una vez más en 1961 hasta 1965. Durante su tiempo de recluso pasó por las cárceles de Sevilla, Burgos y Carabanchel.
Su labor en prisión fue imprescindible para el resto de compañeros que le acompañaban. "Conocí a Gervasio en el penal de Burgos. Allí estuvo llevando un trabajo muy comprometido. Se encargaba de recibir información del exterior y trasladarla al resto de compañeros y al contrario, enviaba mensajes al exterior sobre las condiciones del penal a través de hojas de fumar", recuerda para Público Manuel Gambín.
Lucha por la memoria
Ya en la precaria democracia, Gervasio participó con la Asociación de ex Presos y Represaliados Políticos Antifranquistas, de la que fue presidente durante 20 años y ocupó la presidencia de honor hasta su muerte. También colaboró en la formación de la Asociación de las Brigadas Internacionales en 1990 y posteriormente, en 1995, de la AABI, de la que fue vice-presidente.
En 2011, Gervasio dejó constancia de su vida en una autobiografía titulada Palomas tras las rejas, donde narró sus vivencias personales como activista, miliciano, encarcelado, represaliado y exiliado, así como de episodios clave de la historia de España como la Ley de Amnistía del 77 o la evolución de la precaria democracia.
Durante sus últimos años de vida su batalla se centró en el reconocimiento público de la memoria de todos aquellos y aquellas que fueron encarcelados por sus ideas políticas durante el franquismo. En una entrevista concedida a Público en 2011 , se mostró partidario de buscar a los "asesinos fascistas" que aún siguen vivos y de restaurar la memoria de todos aquellos republicanos que, a día de hoy, siguen enterrados bajo cualquier cuneta del Estado español.
Fuente: Público
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