El 6 de noviembre de 1936 la caída de Madrid parecía inevitable. Las columnas republicanas llevaban desde el 4 de septiembre en Talavera de la Reina batiéndose en retirada. El legítimo Gobierno de la República se había refugiado en Valencia el mismo día 6. Un día después, el 7 de noviembre las filas del ejército de Franco llegaron a la periferia de Madrid para preparar el asalto final, que se produciría al día siguiente. No contaba el bando de Franco con la llegada de la XI Brigada, formada por voluntarios de medio mundo, ni con la resistencia del pueblo de Madrid.
"El día 8 los tres batallones [de las Brigadas Internacionales] viajaron en tren hasta la estación de Atocha. Tras una arenga del general Kléber, los batallones adoptaron posición de desfile y marcharon por la calle Atocha hasta el cine Monumental, donde posiblemente recibieron un breve refrigerio. Prosiguieron la marcha hasta la Puerta del Sol y, por Montera, hasta la Gran Vía, donde la gente había ido acudiendo para saludar aquella novedad en el frente. "¡Vivan los rusos!", fue el grito más escuchado en aquellas horas de tensa emoción", describe José Antonio Zarza, miembro del Grupo de Estudios del Frente de Madrid (Gefreme).
La llegada de las Brigadas Internacionales espoleó al pueblo de Madrid que al grito de "¡No pasarán!" se volcó en organizar la defensa de la ciudad. El jefe del Estado Mayor, Vicente Rojo, describió años más tarde la ola de entusiasmo y optimismo que recorrió Madrid y que fue publicada en Así fue la defensa de Madrid. "Una vigorosa reacción social que partía de los más bajos peldaños de la organización política y social, de la entraña del pueblo mismo... Se habían acabado las derrotas. Había que batirse y vencer, renunciado a cuanto fuera preciso y a las preocupaciones ajenas a la propia lucha", escribe.
Entre los miles de personas que dieron la bienvenida a las Brigadas Internacionales estaba Vicent Almudever, ciudadano hispano-francés de 94 años, que estuvo en el frente de Madrid, después preso en el campo de concentración de Albatera (Alicante) desde donde fue repatriado a Francia para volver al frente enrolado en las Brigadas Internacionales. "Fueron la salvación de Madrid. Si no hubieran contenido el avance de las tropas franquistas, la guerra habría acabado entonces. "Las Brigadas Internacionales demostraron que en el mundo entero hay una simpatía inmensa por la democracia y la libertad que aún perdura. En España se defendía eso. Ese es su valor", cuenta a Público Almudever en conversación telefónica desde su casa en Francia.
La despedida
En octubre de 1938, tras casi dos años de servicio en primera línea del frente, el Gobierno de Negrín decide disolver las Brigadas Internacionales y ordenar su retirada. El final de la guerra parecía cerca y llegó la hora de que los voluntarios retornaran a casa antes de que fueran demasiado tarde. En el acto de despedida a las Brigadas en Les Masíes (Tarragona) el 25 de octubre de 1938, Negrín agradeció la aportación de los voluntarios de la siguiente manera:
"Habéis venido a España, espontáneamente, a defender nuestro país: sin ninguna obediencia a jerarquía superior a vosotros: por vuestra propia voluntad de sacrificar lo que más difícilmente se presta a nadie: a sacrificar la vida. Veníais a defender la justicia, el derecho escarnecido, porque sabíais, también, que aquí, en España, se jugaba la libertad del mundo entero. (...) Cumplisteis como héroes en la lucha por la libertad del mundo en esos dos años que habéis vivido vinculados a nosotros, en horas inolvidables para la historia del nuestro pueblo".
Dolores Ibarruri también pronunció unas palabras de despedida y reconocimiento a los 35.000 voluntarios que llegaron sin haber sido llamados: "Podéis marchar orgullosos. Vosotros sois el heroico ejemplo de la solidaridad y la universalidad de la democracia. No os olvidaremos y cuando en el olivo de la paz vuelvan a brotar de nuevo las hojas, mezcladas con los laureles de la victoria, ¡volved!".
Conmemoración del 76 aniversario
Con motivo del 76 aniversario de la llegada a Madrid de las Brigadas Internaciones, la asociación de amigos de las Brigadas Internacionales ha organizado a lo largo de esta semana diferentes actos de homenaje en recuerdo de las 35.000 personas que llegaron a España desde 52 países del mundo para defender la democracia española. Al homenaje ha asistido el brigadista británico David Solomon, de 94 años, uno de los pocos brigadistas que restan con vida. "El único motivo por el que vine a España fue para luchar por la libertad. Ni por la izquierda, ni por la derecha. La única lucha es la lucha por la democracia", señala Solomon a Público durante el acto de conmemoración.
Los homenajes en Madrid no son los únicos que han recibido los brigadistas. Hace apenas unos días, Zurich ha inaugurado una placa homenaje en memoria de los 800 suizos que se desplazaron hasta España para luchar contra el fascismo. El autor de la placa, Bruno Kammerer, describió la importancia de las Brigadas Internacionales en apenas unas líneas.
"Para mí, en toda la historia de la humanidad hubo un solo momento en el que realmente se puso en práctica la solidaridad internacional. El pueblo español y los voluntarios llegados de medio mundo demostraron que la cultura de la solidaridad es posible. Pero luego nunca más se repitió algo igual. Creo que de esta época debemos aprender a aplicar la lucha solidaria en nuestro tiempo", recitó.
Volver al frente
Severiano Montero, miembro de la Asociación de amigos de las Brigadas Internacionales, construye un paralelismo entre la época que tocó vivir a los brigadistas y la época actual con "un futuro amenazado tanto por la barbarie fascista como por el capitalismo que amenaza con desplomarse y machacar los derechos de los trabajadores". "El fascismo ahora no viste camisas negras ni pardas, no botas ni correajes; pero hay un fascismo sibilino que quiere arrebatar los avances en el estado del bienestar y que va laminando cada vez más los derechos políticos. Su dominio es aplastante", explica a Público Montero.
Por ello, Severano Montero, profesor jubilado de historia, emplaza a la sociedad actual a mirarse en el espejo de los brigadista, personas capaces de sacrificar su vida por mejorar el futuro de los demás. "Los brigadistas mostraron la vía de luchar contra todo eso en su tiempo y quizá ahora nos haga falta referentes implosivos como ellos", sentencia.
Fuente: Público
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