Esta frase, sólo esta frase, hizo que la derecha pusiera el grito en el cielo, que se echara sobre él, que lo llevaran incluso ante los jueces: "La Sala Segunda del Tribunal Supremo constituye un instrumento de la actual expresión del fascismo español". Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal Anticorrupción, la pronunció el 13 de abril de 2010, en un masivo acto de apoyo al juez Baltasar Garzón en la
Complutense. El tiempo ha andado desde entonces, la Audiencia Nacional le absolvió de calumnias contra el Supremo y Garzón ya tiene un pie en el banquillo. Este sábado, Villarejo desempolvó esa frase, esa misma frase, para revalidar su pleno respaldo al juez. Y lo hizo ante las mil personas abigarradas en el Auditorio Marcelino Camacho de Madrid, convocadas por la plataforma Solidarios con Garzón.
Era el último escalón de la movilización a favor del magistrado antes de que se siente ante los jueces del Tribunal Supremo (TS) este martes, por el caso Gürtel, y el 24 de enero, por haberse atrevido a abrir la primera causa penal contra los crímenes del franquismo.
"El TS debe saber que el inicio del juicio a Garzón es el inicio del juicio al Supremo por los ciudadanos", clamó Villarejo. La sociedad, dijo, exigirá "independencia" a los jueces. No les quitará ojo. Porque la vista se desarrollará ante la "mirada muda y atenta" de las víctimas, de sus familiares, de todos los que repudian la "impunidad absoluta del pasado totalitario de España".
Pero, pase lo que pase durante el juicio, y sea cual sea la sentencia, Garzón será el vencedor moral, como le reconoció el exfiscal. "¡Ya es inocente, diga lo que diga el Supremo!", exclamó. La sala prorrum-pió en una atronadora ovación. Villarejo atornilló sus elogios: el magistrado tiene su dignidad no sólo "intacta", sino "acrecentada", hizo "lo que tenía que hacer" al intentar investigar el horror del franquismo, "ha desmanteladoredes de corrupción" como la Gürtel y ha peleado sin descanso por la "justicia universal". Por eso, razonó, dará igual el "linchamiento" y la "persecución" que está sufriendo. Por eso será, a ojos de los ciudadanos, "inocente", y por eso "no hay que perder la confianza" en que se le absolverá, aunque él mismo se dijo "escéptico".
La "caza de brujas"
Marcial Muñoz, nieto y sobrino de dos fusilados por Franco, comenzó en 2006 su pequeña gran batalla: hacer constar en el registro la muerte de sus familiares, anotando el lugar exacto donde les mataron. Una jueza de Toledo se lo negó. La denunció. Y nada. Acudió después a Garzón y, sin saberlo él, Marcial, fue de los primeros que denunciaron los crímenes del franquismo, desencadenando la causa por la que el juez ha sido perseguido.
Este sábado Marcial llevaba su relato hasta el Marcelino Camacho. Dolido, enrabietado por la "caza de brujas" desa-tada por "jueces que quizá no estén al corriente de que Franco ha muerto".
Esos jueces tienen nombre. Se lo endosó el actor Pepe Sacristán tomando prestadas las palabras del jurista argentino Carlos Slepoy, presente en el homenaje: ellos sí son "prevaricadores" por negarse a meter mano al pasado franquista.
Pero el "atropello" contra Garzón tiene otro culpable, y lo citó el poeta Luis García Montero en el cierre de un acto que no contó con su protagonista: el "desmantelamiento del Estado del bienes-tar en nombre de los especuladores financieros". Pero los ciudadanos, subrayó, tienen la piel dura. Demasiado "cerca" el recuerdo de la miseria del franquismo y de su tiranía, "demasiado cerca el ejemplo de la resistencia". "Defendamos la democracia y acompañemos a los que simbolizan la libertad".
Fuente: Público
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