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lunes, 27 de enero de 2014

La jefa del embotellador de Coca-Cola controla su fortuna desde Luxemburgo

Sol Daurella, la presidenta de Coca-Cola Iberian Partners, el nuevo embotellador único de la compañía en España y Portugal, tiene una fortuna estimada, según distintos medios, de más de 850 millones de euros. Calcular la cifra exacta es una tarea prácticamente imposible, debido al complejo entramado de sociedades sin consolidar. Sea cuál sea su patrimonio, lo único cierto, según los datos del Registro Mercantil, es que la matriz de casi todos sus negocios está en Luxemburgo, un país que ofrece numerosas ventajas fiscales frente a España.

Daurella es la administradora única de Begindau, una sociedad instrumental que contaba a 31 de diciembre de 2012 con un patrimonio de algo más de 150 millones de euros. Se trata de una firma domiciliada en Barcelona pero cuya sociedad matriz es Indau Sarl, una firma luxemburguesa. Es una operativa completamente legal, pero con la que, según los expertos consultados por este periódico, Daurella estaría buscando un ahorro en su factura fiscal en España.

Éste se lograría, fundamentalmente, a través del reparto de dividendos, ya que la empresaria catalana no tendría que tributar por ellos aquí, sino en Luxemburgo. Y Begindau, que encabeza un grupo muy importante de sociedades, a pesar de no consolidar sus cuentas, ha pagado entre 2011 y 2012 unos 2 millones de euros en dividendos.

Una sociedad clave

Prueba de la importancia de esta sociedad es que Daurella controla a través de ella un 36,46% en Cobega -la embotelladora catalana de Coca-Cola, fusionada ahora con el resto de operadores de la Península, pero que mantiene su propia personalidad jurídica y negocios individuales-; un 0,2% del Banco Sabadell o el 21,9% de la sociedad de inversión en capital variable Surfup, entre otras participaciones. Son inversiones que han permitido a Daurella alzarse a los puestos más altos del podium entre las mujeres más ricas de España.

Natural de Barcelona, nieta del primer embotellador de Coca-Cola y casada con Carles Villarrubí, un empresario muy ligado a CiU, vicepresidente actualmente del FC Barcelona, la empresaria catalana ha sido unas de las principales artífices de la integración de los siete embotelladores españoles del líder mundial de los refrescos en una nueva empresa. Como presidenta primero de Cobega y ahora de Coca-Cola Iberian Partners se ha visto obligada, sin embargo, a tomar una decisión nada fácil: cerrar cuatro fábricas y recortar 750 empleos para evitar las duplicidades surgidas tras la fusión de las antiguas compañías.

Un 20% de la plantilla

El plan afectará, no obstante, a un total de 1.250 empleados, lo que supone alrededor de un 20% de la plantilla, porque a los que no sean despedidos u opten por la prejubilación, se les ofrecerá una recolocación interna. La compañía ha anunciado, en concreto, el cierre de sus fábricas en Alicante, Colloto (Asturias), Palma de Mallorca y Fuenlabrada (Madrid), manteniendo en cambio abiertas las plantas de A Coruña, Bilbao, Barcelona, Málaga, Sevilla, Santa Cruz de Tenerife y Valencia.

Los sindicatos rechazan de plano el ERE presentado, sobre todo porque Coca-Cola sigue siendo en España una empresa muy rentable, a pesar de haber reducido sus ventas y beneficios. El año pasado, las antiguas embotelladoras, hoy fusionadas, alcanzaron una facturación de 3.660 millones de euros y en los dos últimos años han obtenido un beneficio global de casi 800 millones de euros.

Ante todo ello, la respuesta por parte de los representantes de los trabajadores ha sido inmediata, convocándose en todas las plantas en España los paros parciales durante cuatro días en febrero y paros totales fijados para dos días de la segunda mitad del mismo mes.

En concreto, y según anunció el pasado viernes la secretaria general de la Federación Agroalimentaria de Baleares de UGT, Rosa García, todas las plantas de la compañía realizarán paros de dos horas al principio de cada turno los días 4, 6, 11, y 13 de febrero y además los días 18 y 20 del mismo realizarán paros de 24 horas. Para la plantilla, la mejor noticia, al menos, es que casi la mitad de los 750 despidos previstos, se articularán mediante prejubilaciones.

Sol Daurella afronta así uno de los retos más complicados de su carrera: tendrá que dirigir ahora las negociaciones con los sindicatos e intentar mantener la paz social en la compañía, en un momento muy difícil.

Fuente: El economista

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