Julio Anguita (Fuengirola, 1941) acaba de publicar Combates de este tiempo (El Páramo), un libro en el que ha seleccionado, "de entre más de 3.000 escritos" que guarda en su archivo, aquellos discursos, artículos en prensa y reflexiones "que tienen vigencia hoy día". Arranca con el que leyó en el funeral de Dolores Ibárruri La Pasionaria y cierra con su intervención en el homenaje que IU brindó al premio Nobel de Literatura José
Saramago en 1999.
Su libro es una especie de legado documental de escritos de Anguita desde 1977 hasta nuestros días. ¿Por qué lo publica ahora?
El libro es hijo de la angustia con la que uno ve la actualidad. Es hijo de mi pluma. Pero sus contenidos son hijos de un debate colectivo con la participación de mucha gente en los momentos en los que esta gente afrontó la génesis de los problemas que en la actualidad estamos sufriendo. Estoy hablando de Maastricht y del neoliberalismo, y la angustia que da decir ‘pero hombre si esto lo habíamos visto venir y lo habíamos denunciado'. Esa angustia ante lo que está ocurriendo y, subrayo, lo que va a ocurrir hace que uno recurra a la memoria. Yo quería que el libro se publicase para mediar en el debate europeo de hoy. Miren ustedes lo que opinábamos en ese momento, lo que se dijo y lo que nos dijeron.
Este año ha surgido el 15-M, al que usted saluda con el artículo ‘Son los nuestros'.
El 15-M ha hecho la reflexión que los políticos no han sido capaces de hacer. Y cuando digo los políticos no me refiero a todos. Quiero separar a la gente de la izquierda real. Las dos fuerzas mayoritarias y las fuerzas de tipo nacionalista burgués han hecho de la política un arte de la no reflexión, del eslogan, de los intereses inmediatos y coyunturales. Y el 15-M, a su manera, ha corrido el velo, ha hecho la función de pensamiento de los que se llaman clase política no han querido ni quieren hacer.
En ‘Combates de este tiempo' usted dice que todos los males del presente arrancan de Maastricht.
Bueno, no soy yo. IU ha tenido la mayor área de economistas que ha tenido un partido nunca. Recuerdo hasta noventa y tantos economistas de la talla de un Juan Torres, de un Martín Seco, de un Pedro Montes, de un Jové... Entonces decíamos: esto no es la construcción europea. No estuvimos de acuerdo con el euro. Es más, recuerdo haber argumentado la frase del excanciller alemán Gerhard Schröeder: "El euro significa más paro". Bueno, pues ahí está.
Volvió a dar un mitin en Córdoba y Extremadura. Y dijo que lo mejor que le podía pasar a España era salir del euro.
Sí. Esa afirmación, que mantengo, no es hija de mis elucubraciones. Hasta Paul Krugman ha empezado a hablar de que tenemos que salir de aquí. ¿Pero es fácil? Es dificilísimo y tremendo.
Y si seguimos en el euro, ¿qué ocurre?
Que la deuda no se puede pagar. Para pagarla, hay que generar un aumento de la producción y la riqueza. Y no se puede aumentar esa riqueza basada en la demanda interior porque la gente no consume. Pero en la demanda exterior tampoco, porque los otros países también están pagando su deuda. No hay crecimiento, luego la deuda no se puede pagar, lo diga Zapatero o lo diga Rajoy. Además, el euro, en el momento en el que no se puede devaluar para ser competitivo, nos aherroja a Alemania. Estamos condenados. ¿Cuál es la única salida? Llegar a la unidad política. Un gobierno que redistribuya una hacienda pública fuerte y europea, con una fiscalidad común. Así, sí.
El artículo ‘Hipócritas', dedicado a su hijo Julio [periodista fallecido en Irak], habla del apoyo del PP a la guerra. En él escribe: "Nunca he creído en el estricto y matemático correlato entre el voto y la lógica". ¿Ha vuelto a pasar?
Sí, sí. El propio género humano es muy complejo y tiene una tendencia innata a la pereza mental. Pero el género humano hispano, más. Somos un país de perezosos mentales. Es más, de auténticos acojonados al pensamiento. Queremos fórmulas sencillas: quién es el bueno, quién es el malo. Por eso no creo que exista un estricto correlato entre el voto y la lógica. Cuando me dicen que los políticos son unos chorizos yo digo, bueno, y los votantes que los vuelven a votar son otros. Ningún político se atreve a decirle a su pueblo lo que yo digo: vosotros tenéis que criticarme pero yo a vosotros también. El pueblo también se equivoca y hay que decírselo, porque esa es la manera de ser iguales.
¿Se ha vuelto a equivocar el pueblo entonces?
La gente ha votado, una inmensa mayoría, por fastidiar al que ha gobernado. Otra, porque está de acuerdo con las ideas del PP. España está asistiendo a un revival católico de lo peorcito de la historia de España: visitas papales, santos... Una cosa... Estamos en una época muy difícil. Como cuando hablamos de que ETA pida perdón. Yo les pido que dejen de matar. Si hay que pedir perdón, vale, pero que [Manuel] Fraga Iribarne empiece por pedir perdón por haber sido ministro de una Dictadura. La Transición fue como esa madre que tapaba todos los errores. Taparlo todo con buenas palabras cuando realmente hay escándalos. Lo de Urdangarin salpica a la Corona, le guste a la Corona o no. Este es un país de delincuentes y chorizos.
Recoge el documento que presentó para la refundación de IU. ¿Le han hecho mucho caso?
Ninguno. Y además lo digo. Lo que pasó con ese documento fue aprobar para neutralizar. Se lo dije a ellos. Me habéis aprobado el documento para desactivarlo como una bomba porque ponía en riesgo vuestros puestos, que lleváis más años que la intemerata. Se lo dije así.
Hoy asistimos a una crisis de la socialdemocracia. Cayo Lara dijo que la aspiración de IU era ocupar ese espectro que estaba dejando el PSOE a su izquierda.
Yo le agradezco que haya tenido el valor de mantener algo por lo que yo fui anatematizado cuando hablé del sorpasso. Una izquierda alternativa tiene que superar al PSOE. Siguiendo los pasos de la socialdemocracia, en los 50 abandonaron el marxismo. Después, Felipe González en 1979 somete al chantaje de ‘antes de marxistas hay que ser socialistas'. Eso es una mendrugada. Y qué ha dado la socialdemocracia: personajes como Tony Blair, que dijo que la izquierda es la izquierda del centro. La socialdemocracia ha sido una administradora vergonzante. Igual que los partidos comunistas, ¿eh? Menos festejar el 90º aniversario del PCE. ¿Qué valor tiene El Manifiesto Comunista hoy? Para mí lo tiene, pero hay que decirlo.
También al PCE ha llegado la profesionalización de la política.
Necesitamos pararnos y retomar el proyecto depurando muchas cosas. Por ejemplo, ¿por qué el PCE sigue diciendo que nuestro sindicato es CCOO? Mi sindicato es cualquiera que esté conmigo. La historia es para aprender, pero no para estar atado a ella. Eso pasa también con los republicanos. Hablar de República, es decir, oiga usted, que la III República no tiene que parecerse a la II. La III República no es sólo la cuestión del rey. Pero claro, la II República es más fácil. No tengo que estudiar, ya está hecha, la mató el malvado de Franco. Ya estamos.
Fuente: Público
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