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lunes, 19 de septiembre de 2011

José Antonio Labordeta, siempre. Por Nieves Ibeas

En el primer aniversario del fallecimiento de José Antonio Labordeta, echo la vista atrás y se me agolpan los recuerdos, su imagen imborrable entre los libros de su biblioteca y la guitarra siempre a mano, su cercanía con la gente, su familia y sus amigos, su deseo insaciable de conocer “qué pasa por ahí”. Todo eso, y mucho más, como los recuerdos de aquellos tiempos de lucha política que compartimos, y, sobre todo, emociones del profundo sentir popular que se vivió en su
despedida.

Hay momentos en la vida que no puedes ni quieres olvidar. Cuando salgo tarde de la Aljafería, la soledad del edificio y del entorno me llevan a aquella noche del 20 de septiembre de hace un año, cuando la pena y un extendido sentimiento de orfandad arrastró a miles y miles de personas hasta allí para darle el último adiós al “Abuelo”, símbolo inequívoco de la pelea por los derechos y las libertades y de la defensa de los intereses generales de Aragón. “Desde Costa no se había vivido nada igual”, se ha dicho atinadamente para describir semejante movimiento popular.

CADA CUAL TENÍA sus razones, pero siempre había “algo” de Labordeta: su defensa de Aragón, su alma de cantautor y poeta, su carisma, su forma de hablar… La pérdida era general, y la sentíamos todos. Recuerdo emocionada a gente que interpretaban sus canciones llenando el boto de una gaita, o chuflando a través de una dulzaina, las cartas y dibujos que iban depositando ante él, flores, los besos que -grandes y chicos- le lanzaban con la mano, puños en alto, persignaciones, banderas republicanas, cuatribarradas…

Sigue muy clara en mi memoria la estampa de la multitud congregada en la sede de las Cortes poco antes de la salida del féretro, entonando sus canciones y, como colofón, cómo no, su Canto a la Libertad. Fue un momento imborrable de la historia de Aragón: miles de voces unidas entonando el único himno que brota espontáneamente del corazón de los aragoneses y aragonesas y que tan bien expresa, a la vez, nuestro sentimiento como pueblo y el afán de toda la humanidad por alcanzar la justicia, la igualdad, la libertad. Ese clamor, que aún resuena en mis oídos, ha rebotado, sin embargo, lamentablemente, esta misma semana contra los muros que algunos grupos parlamentarios están levantando para hacer oídos sordos a lo que reclama y siente la ciudadanía.

Y recuerdo, ante todo, mucho dolor ante la muerte del luchador incansable, del defensor de todos y cada uno de los pueblos aragoneses, de todas y cada una de las causas humanitarias, sociales y culturales y políticas que le llevaron a ser un portavoz sin igual en el Congreso de los Diputados.

Hoy por hoy, no puedo imaginarme otra persona capaz de despertar una reacción popular similar y me siento profundamente orgullosa de haber compartido espacio humano y político con José Antonio.

Como presidenta de CHA transmito muy especialmente el sentir de todos los compañeros y compañeras, afiliados o simpatizantes, nostalgias y emocionados recuerdos durante aquellos días y a lo largo de este año y el agradecimiento a la generosidad sin límite de Labordeta.

Estoy segura de que, de haber podido, Labordeta habría participado en las movilizaciones contra el retroceso social, laboral y político que estamos viviendo este año. Hace poco, un compañero de CHA comentaba que “Labordeta fue el primer indignado en el Congreso” aludiendo a su etapa como diputado de Chunta Aragonesista en Madrid. Y no le faltaba razón, porque él solo fue capaz de poner voz a Aragón como nadie antes se había atrevido. Lo hizo con rasmia, corazón, con cabeza, cargado de razones y con la impronta de quien está harto de ver cómo desprecian y machacan a su tierra.

SU VOZ QUEDA EN cada protesta que hay en la calle, pero que nadie lo dude, en Chunta Aragonesista seguiremos el camino de nuestro compromiso con las gentes de Aragón, este país que tanto quería José Antonio, con la memoria siempre viva de su trabajo. Porque en los tiempos duros que vivimos, la lucha por la libertad y la pluralidad que él encarnó van a tener más sentido que nunca, estoy convencida de ello.

Fuente: Chunta












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