La Sala Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la condena a cuatro años de prisión impuesta por la Audiencia de Castellón al expresidente de la Diputación y expresidente del PP provincial, Carlos Fabra. La condena es por cuatro delitos fiscales y Fabra, que tiene 68 años, tendrá que ingresar con toda probabilidad en la cárcel. Su única posibilidad de librarse es que el Gobierno le conceda un indulto que él dijo que no iba a solicitar y que, a la vista de recientes experiencias -al expresidente de Baleares y exministro Jaume Matas se lo acaba de denegar- resulta altamente improbable que prosperara. De Matas se ha sabido este miércoles que ha fracasado su enésimo intento de frenar su encarcelamiento. Eso significa que dos políticos del PP que alcanzaron las cotas más altas de poder y que fueron, al mismo tiempo, dos iconos y dos modelos a seguir para el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tendrán que cruzar la reja del centro penitenciario que elijan para cumplir sus condenas por delitos de corrupción.
La Audiencia Provincial de Castellón condenó a Carlos Fabra a cuatro años de cárcel por defraudar a Hacienda casi 700.000 euros en cuatro años. La Sala II del Supremo celebró este mes una vista pública por los recursos de casación presentados por la Fiscalía Anticorrupción y la Abogacía General del Estado, así como los interpuestos por los abogados defensores de Fabra y de su exmujer, que fue condenada a dos años de prisión por dos delitos contra la Hacienda Pública. La acusación popular que estuvo representada por la Unión de Consumidores de la Comunidad Valenciana se adhirió al recurso de la Fiscalía y la Abogacía del Estado.
Tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado habían reclamado aumentar de cuatro a ocho años la pena de cárcel al expresidente del PP de Castellón al entender que no cabe la atenuante de dilaciones en el tiempo que llevó a la Audiencia a reducir la condena. Las acusaciones alertaron sobre el “efecto llamada” que puede tener la pena de solo un año de cárcel por cada delito fiscal y rechazaron la atenuante de dilaciones en el tiempo.
Tras conocer la condena de la Audiencia Provincial, dictada en noviembre de 2013, Fabra anunció su intención de recurrirla ante el Supremo y, de ser necesario, ante el Constitucional, aunque también explicó que no tiene “miedo a ir a la cárcel” y que no iba a solicitar el indulto. Carlos Fabra aseguró entonces que no posee el dinero para hacer frente a las sanciones económicas que recoge la sentencia, que contempla una indemnización a la Hacienda Pública de 693.074 euros y una multa por la misma cuantía.
A finales de 2010 la Audiencia Provincial de Castellón denegó que Fabra fuera juzgado por un tribunal y acordó sobreseer la causa contra él y su mujer por cuatro de los cinco delitos fiscales cometidos entre 2000 y 2003, por entender que habían prescrito. No obstante, en diciembre de 2011 el Tribunal Supremo revocó la decisión de la Audiencia Provincial y ordenó reabrir la causa al considerar que no habían prescrito los delitos.
Según la sentencia recurrida, en cinco años (1999-2004) Fabra y su mujer acumularon en sus cuentas ingresos no justificados por valor superior a 3,2 millones de euros, con una cuota defraudada a Hacienda de un millón de euros. En el caso de María de los Desamparados Fernández Blanes, exmujer ya del exdirigente del PP, la pena ha sido rebajada de dos a un año tras la estimación parcial de su recurso de casación.
Los ‘iconos ejemplares’ de Rajoy
Carlos Fabra lo ha sido todo en el PP de Castellón, donde acumuló un enorme poder al frente de la Diputación, que presidió entre 1995 y 2011, como máximo responsable del PP local -lo dirigió durante 22 años- y en su papel de bisagra en las luchas de poder entre los dirigentes populares de Valencia y Alicante. Ahora, engrosa las filas de los exaltos cargos de los que ya no se acuerdan los políticos que siguen en la primera línea, o de los que prefieren no acordarse después de que todo el país les haya visto sentados en el banquillo de los acusados. Pero no hace tanto que esos mismos políticos les dedicaban las más encendidas alabanzas.
Cuando Carlos Fabra ya estaba imputado por varios delitos contra la Administración y la Hacienda pública, en julio de 2008, Mariano Rajoy -que aún no era presidente del Gobierno pero que ya ejercía el liderazgo del PP, dijo de él que era “un ciudadano y un político ejemplar” para el partido y para los ciudadanos de Castellón. Es más, ponía por encima de las sospechas de conducta delictiva que pesaban sobre el político castellonense sus buenos resultados en las urnas: “Creo que los votos sirven para demostrar el aprecio de la gente a una persona, y luego los tribunales toman decisiones sobre los asuntos que les llegan”.
“Y nadie ha dicho, al menos que yo conozca, en ningún tribunal, nada de la persona a la que acaba usted de citar (Fabra), que como es evidente tiene la presunción de inocencia y para nosotros es un ciudadano y un político ejemplar. Y me temo, por si a alguien no le gusta lo que acabo de decir, que también para los ciudadanos de Castellón”, fue la declaración que hizo Rajoy en aquél momento. Eran los tiempos en los que el caso Gürtel salpicaba a otro de sus inconos, el entonces presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps, a quien el líder del PP se dirigió en un mitin en 2009 en estos términos: “Paco, estamos contigo, como siempre, y la historia será una historia feliz. Y la inmensa mayoría de los valencianos se van a llevar una enorme alegría para disgusto de esos inquisidores del siglo XXI, que son de una crueldad infinita pues no tienen razón ni corazón; a esos les vamos a ganar el 7 de junio”.
Se refería Rajoy a las elecciones europeas que se celebraron hace cinco años, las anteriores a las que tuvieron lugar el pasado mes de mayo. Aunque Camps fue finalmente absuelto en la causa de los trajes, una derivada de Gürtel, su final no fue tan feliz como se lo había pronosticado Rajoy, ya que antes de ir a juicio tuvo que dimitir de la presidencia del Gobierno valenciano.
Matas, de ‘modelo para toda España’ a la cárcel
Pero quien más ha dejado en entredicho el tino del presidente con antiguos colaboradores y modelos de conducta ejemplar es Jaume Matas. “Vamos a hacer en España lo que Matas hizo en Baleares”, es la frase que pronunció Rajoy en 2004 y que ha quedado para la historia. Se encuentra procesado por doce delitos cometidos durante su etapa en el gobierno balear: prevaricación, cohecho, malversación de caudales, apropiación indebida, falsedad documental, tráfico de influencias, blanqueo de capitales, delito fiscal y delito electoral, especialmente en el contexto del caso Palma Arena. Fue condenado a 6 años de cárcel por la primera causa del caso Palma Arena, condena que el Supremo rebajó luego a 9 meses. No obstante, tendrá que cumplir ese tiempo en la cárcel porque así lo quiere el tribunal, que ha echado de menos arrepentimiento y reconocimiento del delito cometido.
Este miércoles, la Audiencia de Palma ha rechazado una nueva petición del expresidente balear para que se suspendiera la orden de encarcelamiento dictada el pasado viernes. El Tribunal provincial ha dictado una providencia en la que desestima dos escritos en el mismo sentido planteados hoy por la defensa de Matas: uno en el que argumenta que está pendiente de resolverse una segunda petición de indulto y un segundo en el que alega que el Tribunal Constitucional debe pronunciarse sobre el recurso de amparo que planteó.
El expresidente, al que el Gobierno denegó el indulto total, también ha pedido el indulto parcial para que la pena de prisión se conmute por una multa o trabajos a la comunidad, por lo que solicitaba la suspensión la entrada en prisión hasta que el ejecutivo se pronuncie. Además, recurrió en amparo al Constitucional y reclamó que, de forma cautelar, se aplazara el ingreso en la cárcel hasta que hubiera una resolución, petición a la que no ha respondido aún el alto tribunal.
Matas, que como ministro de José María Aznar compartió la mesa del Consejo de Ministros con Rajoy, Cristóbal Montoro y Ana Pastor, no ha visto atendida su solicitud de medida de gracia porque él también ha caído desde lo más alto hasta el pelotón de los ‘innombrables’, aquellos a los que el presidente suele referirse como “esa persona” para no tener que pronunciar su nombre y apellidos. Sin embargo, Rajoy no solo le ponía hace unos años como ejemplo, sino que se confesaba su amigo: “Jaume Matas es un amigo (…). Tiene personalidad, coraje, determinación y valentía”.
Fuente: República
miércoles, 23 de julio de 2014
El Tribunal Supremo envía a prisión a Carlos Fabra
18:00
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