De no haber sido por el caso Urdangarin, el discurso de Navidad del rey Juan Carlos habría tenido un tinte meramente económico. Así ocurrió, por ejemplo, en 2010, cuando la crisis fue el hilo conductor de su intervención. Pero este año, cuando la actuación de su yerno, el duque de Palma, está siendo objeto de una investigación judicial ligada al caso Palma Arena, se vio obligado a lanzar un mensaje en defensa de la monarquía como institución. Y a solemnizar que "la Justicia es igual para todos".
En ninguno de los cuatro párrafos en los que el rey vertió la noche del sábado sus reflexiones sobre este escándalo y sus consecuencias aparece el nombre de su yerno ni ninguno de los motivos por los que se le investiga. Pero no hace falta ir muy lejos para concluir que es ese el trasfondo.
"Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones. Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos. Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar", arranca el rey su reflexión. No pasa inadvertido que en el barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) la monarquía suspendió por primera vez en la valoración de los ciudadanos. Todo un dardo en el palacio de la Zarzuela.
La investigación del juez de Palma José Castro apunta a que Iñaki Urdangarin facturó a través de la ONG Instituto Nóos y su conglomerado de empresas más de 16 millones de euros. Casi el 40% de los ingresos totales salieron del erario público.
La "reacción" de la sociedad
El rey puso especial énfasis en su discurso en que, "cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione". Y en un momento en que se ha puesto de manifiesto la posibilidad de que su yerno empleara su condición de miembro de la familia real para conseguir beneficios económicos, apeló a la igualdad de todos los españoles ante la ley. "Afortunadamente vivimos en un Estado de derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La Justicia es igual para todos".
En las últimas semanas, la Casa Real se ha visto obligada a tomar algunas decisiones sobre el papel de Iñaki Urdangarin. Tras algunos fallos de comunicación, reconocidos por Zarzuela, el pasado 12 de diciembre se anunció que el exbalonmanista quedaba apartado de los actos oficiales de la familia real al considerar su conducta "no ejemplar". Sólo un par de días antes, el marido de la infanta Cristina había remitido un comunicado a la delegación de la agencia Efe en Washington, ciudad en la que reside, en el que pidió que se desvinculara a la Casa Real de su actividad privada y anunciaba que había encargado a un despacho de abogados de Barcelona su defensa. Los duques estuvieron este año ausentes en la cena de Nochebuena en la Zarzuela.
En este contexto, el monarca lanzó en su mensaje de Navidad una petición a los ciudadanos: la de no "generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos, y también de empresarios o trabajadores del sector privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta". Cree el rey que, en caso contrario, "se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad".
Recientemente, el príncipe Felipe también se vio obligado a dar la cara ante las dudas que había despertado el comportamiento de su cuñado. El pasado día 15, Felipe presentaba la Fundación Príncipe de Girona. Y recalcaba que se trata de una organización "honesta y transparente" , en clara alusión a las oscuras actividades del Instituto Nóos, el epicentro de la supuesta trama de Iñaki Urdangarin y su socio Diego Torres.
Medidas contra la crisis
El resto del discurso, ya desde su arranque, estuvo dominado por un análisis de la "severa crisis económica y financiera". "Es una crisis que está llamada seguramente a modificar hábitos y comportamientos económicos y sociales", advirtió el monarca.
No faltó, tampoco, una llamada a la responsabilidad y a la reflexión sobre lo que se ha podido hacer mal: "Si España ha alcanzado en los últimos decenios las más altas cotas de progreso [...], ahora hemos de saber reconocer con humildad cuáles han sido los comportamientos en los que, como individuos y como grupo, hayamos podido equivocarnos". Un reconocimiento que el rey cree fundamental para la recuperación.
También dio alguna pista sobre cómo se puede abordar la situación: a través de un "planteamiento global" cuyas "líneas maestras" deben diseñar y aplicar los responsables políticos y los agentes sociales. Juan Carlos reconoció también que este camino no será "corto ni tampoco fácil" y que exigirá sacrificios.
En este sentido, hizo un llamamiento a que la sociedad "sepa responder a los desafíos" del momento sin olvidar a "los más vulnerables". También insistió en que una crisis como la actual, global, exige una respuesta coordinada ante la imposibilidad de que cada país pueda hacerle frente de forma aislada. En este momento, destacó la importancia de la Unión Europea.
En ese contexto, el monarca fijó como "objetivo único y cierto" la lucha contra el desempleo, destacando la "inaceptable" cifra de paro, sobre todo el juvenil. "Nos esperan muchas dificultades, pero también nos respaldan sólidos valores que nos hacen sentirnos orgullosos de ser españoles", afirmó.
El mensaje concluyó con una llamada a la unidad de todos los españoles. "España lo merece y lo necesita", cerró su intervención después de recordar a los españoles que, "cuando estamos unidos y seguros de lo que queremos, sabemos dar respuesta a los retos más complejos". "No tengo duda de que sabremos estar a la altura de los tiempos y para ello siempre contaréis con el mayor y mejor hacer de la Corona", sentenció.
Fuente: Público
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