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jueves, 7 de julio de 2011

«Maldonado representaba también una forma de vida republicana»

Experta en el exilio español durante los años de la dictadura franquista, Alicia Alted Vigil participa estos días en la comisión que decidirá si los restos de Franco se mueven del Valle de los Caídos, aunque todos los miembros de este grupo han acordado no comentar nada sobre el futuro del templo, al
margen de las conclusiones que publicarán. Ayer visitó Oviedo para participar en la inauguración de la exposición que el Archivo Histórico dedica a José Maldonado y ofrecer una conferencia sobre los distintos gobiernos republicanos en el exilio.

¿Cómo era la organización de un gobierno sin territorio y en el exilio? En el gran éxodo de 1939 la Diputación Permanente de las Cortes cuestiona el gobierno de Negrín, pero al final se acepta que siga siendo el presidente de un gobierno ya sin territorio. Él esperaba ser ratificado en el cargo pero no fue así. Se fueron sucediendo los distintos gobiernos. El primero tuvo una amplia representación de los distintos grupos políticos del exilio, presidido por José Giral y que contó con el apoyo muy cuestionado de Indalecio Prieto. Este gobierno fue realmente el que tuvo una representatividad amplia. Francia reconoció el papel que habían jugado los republicanos españoles en la guerra, porque hasta entonces habían sido exiliados. No apátridas, porque Franco nunca les quitó la nacionalidad. Las instituciones se volvieron a constituir en México y después el Gobierno francés les acogió con gran entusiasmo.

¿Qué funciones tenían los miembros del gobierno? Tenían una distinción ante el Gobierno francés de representantes del cuerpo diplomático. Se constituyeron en ministerios y sin territorio, pero aunque en un primer momento se planteó este problema, lo cierto es que durante la guerra Londres acogió a varios gobiernos exiliados que seguía reconociendo como legítimos. Es lo que animó a los republicanos a reconstituirse.

¿Tenían apoyo en Europa? Desde un primer momento, las potencias occidentales no estaban dispuestas a apoyar al Gobierno de la República. Eso estuvo muy claro desde el primer momento. El primer gobierno en el exilio centró toda su actividad en conseguir que la ONU impusiera sanciones económicas al régimen de Franco. No lo consiguió y hizo dimitir a Giral. Después vino un gobierno de Ricardo Llopis muy legitimista, y ese legitimismo chocaba bastante con el pensamiento de muchos republicanos que consideraban que lo importante no era tanto el régimen como el regreso de la democracia. Después, los gobiernos republicanos quedan formados sólo por republicanos, con el abandono del resto de grupos políticos. El papel era el de mantener vivas las instituciones, basándose en el principio de la legitimidad. Decían que la República había sido elegida en las urnas y que hasta que eso no se volviera a producir, el régimen no era legítimo.

España volvió a las urnas en 1977 pero no en una república sino en una monarquía. ¿Fue conflictiva la disolución del gobierno republicano en el exilio? Sí, una parte de los republicanos criticaron la decisión de Maldonado de dar por terminada la labor institucional que habían desarrollado. Fue criticado sobre todo porque los partidos republicanos no fueron reconocidos hasta después de las elecciones. Fue una decisión cuestionada en los medios republicanos.

¿En qué consistió el planteamiento europeísta de Maldonado? Fue algo común a todos los presidentes republicanos. Eran muy europeístas. Lucharon mucho, y esto si lo consiguieron, por que España no fuera admitida en la Comunidad Económica Europea cuando se constituyó y hasta la muerte de Franco. Quizá uno de los mejores representantes de ese europeísmo fue Salvador de Madariaga. Siempre estuvieron presentes en las instituciones internacionales y eran abiertos y cosmopolitas. No fueron muchos pero tuvo una presencia muy notable en las instituciones.

Desde el exilio, ¿se llegó a pensar que el regreso era factible? Con Giral sí. Con Llopis, todavía se tenía alguna esperanza. Luego ya vieron que no contaban con el apoyo de las potencias europeas y lo que hicieron fue mantener las instituciones sabiendo que la república por la que estaban luchando no iba a regresar. Hubo muchos republicanos que siempre mantuvieron la esperanza, pero el tiempo es indeleble y muchos murieron con la ilusión de volver a pisar tierra española. Para todo exiliado forzoso es algo que causa una profunda factura interior. Muchos decían: “El año que viene estamos en España en navidad” y no querían comprar muebles en sus casas porque no sabían que iban a hacer con ellos al regreso.

La educación no solía tratar la Guerra Civil y el franquismo, y esto marcó su investigación. ¿Ha cambiado ahora? Todavía nos falta mucho. Es curioso, porque yo terminé Historia en la Complutense sin haber estudiado nada de la Guerra Civil y el franquismo. Nos paramos en la República. Lo de orientarme hacia el exilio fue porque cuando estaba de becaria trabajando en la Fundación Universitaria Española cuando llegaron los papeles del gobierno republicano en París.

En 1984 conoció a José Maldonado en Oviedo. ¿Qué se encontró en aquella entrevista? Me encontré a un hombre con unos principios muy sólidos y coherencia con esos principios, además de una forma de vida republicana que era lo que realmente andaba buscando. La República no es solo un régimen, sino unos valores que se proyectan en una forma de vida. Me impresionó enormemente, igual que su lucidez en el análisis crítico de la labor del exilio. Fue toda una experiencia y aprendí muchísimo.

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