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lunes, 22 de septiembre de 2014

El PP se plantea retrasar las elecciones hasta febrero de 2016

El Partido Popular ya está inmerso en las discusiones para afinar las principales líneas de batalla de un duro año electoral. Y aunque se están centrando sobre todo en las municipales y autonómicas de mayo de 2015, la fecha de las generales también se ha barajado en el debate.

Desde hace ya varios meses, un sector de la cúpula considera que hay que retrasar la convocatoria de las elecciones generales todo lo posible para asegurarse que la recuperación tome fuerza y se perciba más a pie de calle, entre unos ciudadanos que lógicamente todavía se muestran muy reacios a creerse la historia de una mejora del contexto económico.

Máxime cuando además parece que por el momento la economía europea se ralentiza y puede lastrar y retrasar la reactivación que con tanta ansia busca el Gobierno de Mariano Rajoy.

La idea consiste en aplicar las prórrogas previstas en la ley de forma que las elecciones generales se podrían posponer hasta incluso febrero de 2016, el máximo margen legal del que se dispone si se entiende que el fin de la legislatura viene marcado por la constitución de las nuevas Cortes.

Para entonces, las medidas de Mario Draghi pueden haber surtido mayor efecto e incluso haber incluido una expansión cuantitativa total, el euro podría cotizar más bajo, los bancos se encontrarán en mejores condiciones para prestar tras los test de estrés, la tasa de paro habrá disminuido un poco y el contribuyente habrá percibido en el bolsillo la rebaja de impuestos del 2016 añadida a la del 2015. El comienzo del año también viene acompañado de los datos económicos de Navidades, bastante mejores que los que se conocen en noviembre.

Según los análisis internos del partido, la mayor parte del respaldo perdido respecto a las legislativas de 2011 obedece a la abstención. De modo que el ritmo de creación de empleo y el impacto de la reforma fiscal son por tanto las dos principales bazas que juega el Gobierno de Rajoy con el fin de reanimar a sus votantes a salir de sus casas en las próximas citas electorales.

Sin embargo, no todos piensan que sea bueno apurar las fechas. Algunos miembros del ala económica del Gobierno consideran que lo mejor sería adelantarlas un poco para que coincidan con los buenos resultados estivales.

No en vano, la economía española ha demostrado tener un comportamiento altamente cíclico y sujeto a la temporada. De acuerdo con esta versión se corre el riesgo de que las estadísticas de empleo del último trimestre del año dejen un mal sabor de boca entre los votantes y que la depresión de la cuesta de enero empañe la mejora de las perspectivas económicas.

Fuente: Vozpópuli

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