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viernes, 18 de julio de 2014

La izquierda de Israel que no apoya a Netanyahu protesta por la ofensiva

"A mí ver los aviones bombardeando no me llena de orgullo y satisfacción, sino que me horroriza y me deprime”, escribe el activista israelí Noam Sheizaf. Su tribuna en la que rechaza la operación de Israel contra Gaza, “incluso cuando los misiles caen en nuestras ciudades”, ha servido de cierre a las tres manifestaciones que la izquierda local ha realizado ya en Tel Aviv contra Margen Protector. No han conseguido congregar a más de 4.000 personas, lo que evidencia el cansancio del último reducto que se niega a asumir como buenas todas las apuestas militares de su Gobierno, pero ahí están, parte del mosaico infinito de esta sociedad.

Sheizaf explica que no se “acostumbra” al “consenso inquebrantable” de sus convecinos al apoyar la andanada del primer ministro, Benjamín Netanyahu. “Quiero creer que la gente aún no comprende la naturaleza de la ocupación”, se aferra. A su juicio, ante la evidencia de que la solución no pasa por las armas, hay que dar tres pasos urgentes: “Declarar un alto el fuego, tirar abajo los muros de la prisión que es Gaza y liberar a sus prisioneros”.

Todo lo demás es “alimentar a la bestia”, lamenta Saskia Vaknin, del partido comunista Hadash. “Si de Gaza durante años ha venido tranquilidad, deberíamos haber respondido aflojando la soga. Pero la hemos cerrado más”, lamenta. En su discurso, rabia por el giro conservador de la sociedad, que le dio a los partidos de derecha y ultraderecha la llave de gobernabilidad en enero de 2013. “Netanyahu pudo elegir a los laboristas, pero se alió a los ultras. Ahora se ve abocado a seguirlos. Esta es la guerra de los Lieberman y los Bennett”, denuncia, señalando a los ministros de Exteriores e Industria, que han tildado de “mediocre” la respuesta contra Hamás. Las protestas conservadoras han tratado de boicotear a la izquierda en cada marcha. “Judíos y árabes se niegan a ser enemigos” frente a “Muerte a los árabes”. Lucha de eslóganes.

Para el común de los israelíes, el estatus quo es asumible, y si se rompe, como ahora, duele. La raíz conservadora del electorado queda clara en las tertulias y la avalancha de apoyos al Ejecutivo en redes sociales. Como ayer, cuando Netanyahu dijo que no habrá un alto el fuego hasta que no se restaure la calma, la mayoría asiente. Si censura de nuevo que Hamás esconde a los civiles en mezquitas y hospitales, es esa la imagen que se fija. Las protestas en Tel Aviv sólo han aparecido en medios muy especializados.

Netanyahu, para temor de esta izquierda desolada, mantiene todas las opciones militares sobre la mesa. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, lideraba el domingo en Viena un encuentro con Francia, Alemania y Reino Unido en el que se debatía una propuesta de cese de hostilidades, con Egipto, Qatar y Turquía como ayudantes para convencer a Hamás. “Los esfuerzos están en una fase inicial”, confirman fuentes de la oficina de la Unión Europea en Tel Aviv. Hamás no ha recibido oferta alguna pero, si le llega, la “estudiará”, ha dicho un portavoz al diario Haaretz. Los cancilleres alemán e italiana están viajando a la zona para entrevistarse con los Gobiernos israelí y palestino. Kerry ha vuelto a reiterar a Netanyahu, en una conversación telefónica, que tiene “derecho a defenderse”. “Seguimos preparado para todas las posibilidades” ante esta crisis, había insistido el israelí minutos antes.

Al caer la tarde de ayer ya eran 72 los cohetes lanzados por las milicias palestinas contra Israel, elevando el total de estos seis días de operación a más de 700. Hamás reivindicó una ráfaga simultánea sobre el centro y el norte, con las sirenas sonando en Tel Aviv, Netanya, Hadera y Haifa. Otra vez cohetes a 150 kilómetros de Gaza, todos interceptados o caídos en zonas abiertas, sin daños. En la noche del domingo, el Ejército israelí ha disparado fuego de artillería contra territorio libanés en respuesta al disparo de dos cohetes desde el sur de ese país contra Israel; es el tercer ataque con cohetes contra Israel desde Líbano desde el viernes, según informaron a Reuters funcionarios de seguridad libaneses y el ejército israelí.

Por la mañana, en Ashkelon, la teniente Libby Weiss explicaba que la frecuencia de lanzamiento es de un cohete cada cuatro minutos. Frente a ella, dos baterías de la Cúpula de Hierro, el sistema móvil de defensa aérea, desplegadas en mitad del campo, en guardia. La efectividad, dice Israel, es del 90%. En el 10% restante está el proyectil que, una hora antes, en esta misma localidad costera, a 10 minutos de Gaza, ha dejado herido crítico a un menor de 16 años. Pese a anulaciones como el concierto de Neil Young del jueves en Tel Aviv, la vida prosigue con normalidad aparente en la zona.

Fuente: El país

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