François Leiser es un viejo conocido de la policía española. “Abortado un tráfico ilegal de divisas de 50 millones”, decía una noticia publicada por el diario Abc el domingo 1 de mayo de 1977. Leiser, ciudadano belga, era el dueño de la casa de cambio Kirschen, en Amberes, en el barrio de las joyas y los diamantes, desde la que dirigía un entramado de tráfico y contrabando de divisas. En nuestro país contaba con la ayuda de colaboradores españoles, como el que fue arrestado por la brigada de investigación de delitos monetarios en la operación de la que daba cuenta Abc en los años setenta. En 1986, Leiser fue detenido en Bélgica por algo similar: estuvo involucrado en un mediático caso de fraude fiscal relacionado con joyerías, comercio de piedras preciosas y exportaciones prohibidas de oro a Suiza para blanquear el dinero de los clientes de su casa de cambio.
Veinticinco años después, el belga Leiser ha aparecido en el sumario judicial de la Operación Emperador —el mayor dispositivo contra el blanqueo de capitales puesto en marcha en los últimos años, que ha destapado una macroorganización criminal china afincada en España— como el “jefe de la organización internacional” dedicada a la evasión fiscal. Leiser, El Súper o El Jefe, aparece en la cúspide de una trama perfectamente organizada que lleva décadas operando y que tiene un objetivo muy concreto: lograr que empresarios, profesionales liberales y ricos en general de toda Europa puedan mover su dinero al margen de los Estados y de las Haciendas de cada país. Sin pagar un solo impuesto. El único gasto es la comisión (entre el 2% y el 3%) que se llevan Leiser y los suyos. A su lado, en Suiza, su mano derecha, un trabajador del banco HSBC, Marc Pérez, se asegura de que las transferencias funcionen como un reloj.
Leiser convierte cantidades millonarias de una cuenta en Suiza, difícilmente trasladables si el dueño no quiere pagar impuestos, en una bolsa con billetes pequeños que llega a la puerta del millonario de turno como si hubiera llamado al Telepizza. Al menos 45 empresarios españoles y familias adineradas han utilizado sus servicios, según el recuento hecho por este diario de los distintos informes de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO) del Cuerpo Nacional de Policía que aparecen en el sumario de la Operación Emperador. Y es solo el principio. Probablemente el material hallado en poder de los miembros de la trama detenidos destape una cifra aún mayor de grandes fortunas españolas que han utilizado los servicios de esta multinacional de la evasión de capitales.
“Fincas”, “camisetas”, “fotos”, “parcelas”, “hectáreas”, “libros”, “botellas de vino”, “un Don Quijote”... cualquier término es válido para pedir dinero por teléfono sin hablar de euros ni de cantidades que puedan ser fiscalizadas en una escucha telefónica de la policía. Notarios, empresarios, jinetes, consultores, gestores, miembros de la alta sociedad... recibían el dinero en la puerta de su casa o acudían a algún hotel de lujo o cafetería para recogerlo. Para reconocerse, en ocasiones, utilizaban un símbolo de estatus como el Financial Times. Un notario de Cataluña, por ejemplo, acudió a su cita tranquilamente con su periódico bajo el brazo.
La mayor parte de los intermediarios y clientes desconocen que gran parte del dinero que recibían procedía de una organización china. Por eso no se saben relacionados con la Operación Emperador. Por eso, ante las llamadas de los periodistas preguntando por su participación en la trama, responden: “Imposible que yo aparezca involucrado. No conozco a ningún chino”.
Se trata de dos tramas distintas. Leiser jamás ha sido un subordinado de Gao Ping ni de ningún otro de los cabecillas chinos arrestados en la Operación Emperador. Su organización es totalmente independiente, y la trama china no es más que uno de los clientes de Leiser; un cliente muy importante, eso sí. Ambas tramas se encuentran porque se necesitan: el belga necesita dinero en efectivo para sus acaudalados clientes y Gao Ping y los suyos lo tenían a puñados y quiere sacarlo del país sin pagar impuestos. Una feliz coincidencia de intereses.
Entre la trama china y Leiser hay dos personas: Rafael Pallardó, que trabaja para la trama china y que es el encargado de sacar de España las cantidades ingentes de dinero negro que ganan cada mes, y Malka Maman (española de origen israelí), La Sobrina, representante en España de la organización de Leiser cuya labor es buscar “donantes” y “receptores”. Maman funciona como una especie de banco que recibe dinero de una gente y lo entrega a otra —en efectivo o a través de transferencias— a cambio de jugosas comisiones. Tanto los receptores como los donantes deben pagar a Leiser.
Los donantes son “empresarios de gran poder adquisitivo y una altísima facturación en dinero metálico”, como los miembros de la comunidad china y sus diferentes negocios, que quieren sacar el dinero de España y llevarlo a sus países de origen sin pagar impuesto alguno. Los “receptores” son empresarios y personas acomodadas con grandes sumas depositadas en paraísos fiscales que quieren disponer de ellas sin que Hacienda se quede con un solo euro.
La trama de Leiser ofrece a los “receptores” distintos servicios. Uno de ellos es el de los “correos belgas”: una serie de personas que transportan por carretera el dinero desde el paraíso fiscal donde tenga la cuenta el cliente hasta España —por supuesto, sin declarar nada, y arriesgándose a ser interceptados en la frontera con 400.000 euros en el coche—. Otra opción es entregarles en cualquier ciudad española las cantidades que previamente otros “donantes” han facilitado a la trama. Los “receptores” deben transferir esa misma cantidad a donde digan los “donantes”: a cuentas en sus países de origen o a las de algún paraíso fiscal.
Los clientes chinos de Pallardó son el perfecto ejemplo de donante. Necesitaban sacar cada mes de España cuatro o cinco millones en efectivo, y para ello, Pallardó urdió, según los informes policiales, “un completo entramado empresarial, financiero y económico para sacar dinero y evitar la tributación”. Usaba distintas fórmulas: enviaba directamente a China el dinero a través de correos humanos que lo llevaban escondido; mandaba remesas de no más de 3.000 euros cada una a través de distintas personas —que muchas veces usaban documentación falsa—; y él mismo llevaba en persona cantidades millonarias a Andorra para que desde allí se transfirieran a China. La ley antiblanqueo de capitales de Andorra de 2011 supuso un gran problema para sus actividades, de forma que acabó buscando empresarios españoles que quisieran dinero en efectivo. Los buscó por sí mismo y también a través de Malka Maman. Se convirtió, así, en uno de los grandes clientes de Leiser.
Dentro de esta multinacional de la evasión fiscal a gran escala, aparecen multitud de intermediarios; españoles y de origen israelí. Todos se encargan o bien de captar clientes para Maman, o bien de buscarla a ella cuando en sus negocios —gestorías, notarías, corredurías de seguros...— alguien manifestaba necesidad de “liquidez”. No se trata de algo esporádico ni extraordinario, sino que el sumario revela un mundo organizado y muy acostumbrado a hablar como si tal cosa de cómo mover capitales sin pagar impuestos.
El jefe de la organización en España no sería Malka Maman, sino Isaac Cohen, El Gordo, nacido en Melilla, aunque su relación con Leiser no está del todo clara. Por otro lado, también trabaja para la trama Eli Levy, hijo de Malka, veinteañero, que hacía de repartidor de efectivo para los clientes de su madre. Karnit Vega, La Niña, israelí, se encargaba de recibir los faxes de los clientes “receptores” que acreditaban que las transferencias a los “donantes” se habían realizado correctamente. La Niña gestionaba la facturación.
Por otro lado, hay intermediarios como Mesod Muyal Pinto, El Abuelo, Salvador Yeshua Harari o Gabriel González Andersson, Roy, con cartera propia de clientes, que contactaban con Malka cuando lo necesitaban. El “reputado joyero” y “experto diamantero” Menachem Casif, de nacionalidad española y nacido en Israel, también colaboraba con la organización desde su relevante posición como miembro de la Bolsa de Diamantes de Tel Aviv. Todos, al igual que Eli Levy y Karnit Vega, están imputados en el caso Emperador.
Muchos españoles recurrían también a Malka como intermediarios, ofreciendo sus propios clientes. Lo hacían los también detenidos Javier Eduardo Rosón, Vicente María Gregorio Abelló, Fermín y Pedro Lecanda o el propio Pallardó, el nexo de la trama de Leiser con la organización china. Los Lecanda, por ejemplo, hacían de intermediarios para sus propios clientes de su correduría de seguros pero también pedían dinero en efectivo para ellos mismos, según los informes policiales. Rosón tenía una estructura propia, tenía una buena cartera de “receptores” y contaba además con la ayuda de un gestor de la banca suiza: Frédéric François Mentha.
Junto a Leiser, en el entramado internacional, aparecen dos personas: el empleado del HSBC Marc Pérez, “artífice financiero”, “encargado de dar cumplimiento a las órdenes de Leiser” y de realizar transferencias internacionales, según los informes policiales; y Annie, que transmitía instrucciones a Malka y que se encargaba también de gestionar el servicio de los “correos belgas”.
Leiser, el jefe de todo, no ha sido hallado por la policía. El juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu decretó una orden de detención internacional contra él. Pero, por ahora, prosigue su carrera de más de 40 años actuando como un profesional de los movimientos de capital al margen de la ley y del Estado. Siempre al servicio de los más ricos, sean chinos, españoles, belgas o de cualquier otro lugar.
El HSBC investiga la participación de uno de sus empleados en la trama
Marc Pérez, empleado del HSBC en Ginebra (Suiza), aparece en el sumario de la Operación Emperador como la mano derecha de François Leiser, su “hombre de confianza”. “Este hombre sería de alguna forma el brazo ejecutor, el verdadero ingeniero financiero”, señala un informe de la UDYCO. Pérez sería el encargado de facilitar “el tratamiento automático de pagos y cobros transfronterizos” a través de transferencias que él mismo controlaría desde su banco. En el sumario aparece Malka Maman, la representante en España de Leiser, llamando por teléfono a Pérez en distintas ocasiones —a la oficina del HSBC de Ginebra— para hablar sobre las transferencias de sus clientes “receptores” a los “donantes”. Hablan de centenares de miles de euros cada vez.
Este diario trató el viernes, sin éxito, de ponerse en contacto con Pérez a través del HSBC en Ginebra. El departamento de comunicación del banco comunicó más tarde a EL PAÍS que ellos tampoco podían hacer ninguna declaración sobre la implicación de su trabajador en la trama de evasión de capitales porque se había abierto una investigación interna sobre lo ocurrido. Tampoco confirmaron ni desmintieron que Pérez continuara trabajando para el HSBC ni el cargo que ostenta en estos momentos.
Fuente: El país
domingo, 23 de diciembre de 2012
El ‘caso Emperador’ destapa una multinacional de la evasión fiscal
13:30
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