El ultraderechista noruego Anders Behring Breivik, autor confeso de la muerte de 77 personas, será juzgado a partir de mañana en el proceso judicial más extenso del país escandinavo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
La dimensión del proceso, que durará diez semanas, y de los hechos a juzgar, así como la controversia sobre el estado mental del acusado y la posibilidad de que pueda evitar la cárcel si se le declara no responsable penalmente lo convierten en único en la historia de Noruega, según informa Efe. También le añaden relevancia los costes del juicio o el masivo dispositivo de seguridad que abrá durante el proceso, del que ya se ultiman los últimos detalles.
Para encontrar un precedente que se le asemeje hay que recurrir al proceso contra los miembros del partido pro nazi Unión Nacional, al mando del país durante la ocupación alemana, y que acabó con miles de personas condenadas por traición a la patria. El 22 de julio de 2011 Breivik hizo explosionar un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo que causó la muerte a 8 personas. Inmediatamente después se trasladó a la isla de Utøya, a 45 kilómetros, donde disparó de forma indiscriminada y mató a otras 69, la mayoría jóvenes del Partido Laborista que participaban en una convención.
Tras su detención, un registro en su casa permitió a la policía trazar un perfil del asesino confeso. En foros de internet, este noruego de 33 años que en el pasado había sido responsable local de las juventudes de un partido populista, dejó rastro de sus "opiniones hostiles hacia el islam", al que equiparaba con el nazismo y el fascismo. "Es muy hipócrita tratar a los musulmanes, nazis y marxistas de forma diferente", escribió en otra ocasión, en la que cargó contra los "musulmanes moderados" porque, según él, cualquier día podrían volverse "extremistas".
Desde su detención, unos 250 agentes han participado en los 1.500 interrogatorios a jóvenes que asistían al campamento de las Juventudes Laboristas en la isla de Utøya, escenario central de la matanza de Breivik, que a su vez ha sido sometido 220 horas a cuestionarios policiales. El resultado de la investigación, que habrá costado al menos 13 millones de euros -según los presupuestos-, son 100 carpetas de 500 páginas, que constituirán una de las bases del juicio, precedido por las críticas a la actuación de las fuerzas de seguridad.
A pesar de las reticencias iniciales, la Policía ha acabado reconociendo errores de comunicación y ha pedido perdón. Dos figuras de peso, como el ministro de Justicia y la jefa de los servicios de inteligencia, han dimitido, aunque sin admitir públicamente que fue por los hechos del 22 de julio.
En estos meses, Breivik no ha mostrado "ninguna señal de arrepentimiento". Una actitud que, según la policía noruega, mantuvo incluso cuando viajó a la isla de Utøya para reconstruir los hechos, donde sí se mostró tranquilo y con ánimo de colaborar.
Otro de los elementos que ha añadido polémica a este trágico suceso han sido los informes sobre su estado psíquico. Al contrario de lo que concluía el primer examen mental al que fue sometido Breivik hace varios meses, el nuevo estudio, dado a conocer esta misma semana, resalta que éste "no se encontraba en estado psicótico" cuando cometió los atentados y que, por tanto, está en plena posesión de sus facultades mentales y es penalmente responsable de sus actos.
Este nuevo análisis abre la puerta a una condena de cárcel, pues de haber arrojado un resultado similar al primero, que determinó que sufría esquizofrenia paranoide, los fiscales se habrían visto obligados a pedir su ingreso forzoso en un hospital psiquiátrico. El tribunal médico, será, por tanto, determinante en el juicio.
El ultraderechista Breivik, que no declarará hasta este martes, en la segunda jornada del proceso, se enfrenta a 21 años de cárcel, la mayor pena que contempla el Código Penal de Noruega. Está acusado de cometer actos terroristas y asesinatos premeditados.
Fuente: Público
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